Hace ya algunos años, 28 para ser precisos me encontraba en un hermoso lugar, había llegado aquí por cuestiones de trabajo, había estudiado la carrera de Licenciado en Economía en la Universidad Autónoma del Estado de México, y me contrataron para realizar actividades relacionadas con la organización y capacitación a productores rurales, programa desarrollado a nivel nacional; durante el recorrido por todo el Municipio de Villa de Allende se vertían una serie de opiniones sobre la gran preocupación de crear una escuela de nivel medio superior puesto que sus hijos en su mayoría se quedaban sin estudiar porque no contaban con los recursos económicos necesarios para mandarlos a la ciudad a estudiar alguna carrera profesional. Esto trajo consigo que varios de los profesionistas que ya estábamos radicando en el lugar (yo de manera definitiva pues ahí me había casado) nos diéramos a la tarea de gestionar ante las autoridades correspondientes precisamente la creación de una “Escuela Preparatoria”. Deje mi trabajo anterior para dedicarme por completo para que este sueño se hiciera realidad y así fue. Afortunadamente me contrataron y me inicie como “docente del nivel medio superior”. El primer año de trabajo fue de cooperación, de solidaridad, de altruismo, de servicio. Yo estaba emocionada, el hecho de trabajar con jóvenes resultaba bastante atractivo, aunque temerosa, nerviosa al principio, pues el hecho de estar frente a un grupo no es fácil y no siendo maestra de carrera lo ponía más complicado; sin embargo el trato diario con los estudiantes y las actualizaciones de cada inicio de semestre aunado a mi interés por prepararme de alguna manera fue enriqueciendo mi quehacer docente y ampliando mis expectativas de lo que en verdad quería.
El ser docente ha transformado mi vida, la integración de voluntades de toda una comunidad escolar apoyada en sus principios fundamentales, dando cabida a la libertad de cátedra, basada en el libre pensamiento destinado a la comprensión y entendimiento de la realidad, de la naturaleza propia del hombre, de la sociedad y de las relaciones entre éstos. Instituyendo esa libertad como la libre discusión de las ideas y no el libertinaje académico o la actuación por capricho y a discreción de los miembros de su comunidad ha sido fundamental. No me gusta hablar mucho de mí, pero ahora se hace necesario, la localidad en donde trabajo reconoce mi trabajo, me respetan, me quieren y algunos me admiran y eso para mí cuenta más que cualquier otra cosa, mis ex alumnos ahora profesionistas siempre me saludan con gran gusto, me buscan para informarme que ya han terminado y que le sirvió mucho lo que les enseñe y la emoción es muy grande y eso me motiva para que trabaje con mayor empeño con mis actuales alumnos, motivándoles y ejemplicando a mis anteriores alumnos para que sigan sus pasos.
En los veinticinco que tengo trabajando en esta institución, siento que he adquirido nuevas herramientas para desempeñar mi quehacer docente, ya que la diversidad de alumnado con la que contamos requiere de la actualización educativa continua, también he aprendido de mis aciertos y sobre todo de mis errores.Hoy, reflexionando sobre el tema Mi Confrontación con la Docencia, me asombra descubrir lo que puedo lograr en el salón de clases: transformar la conducta, las acciones y perspectivas de un adolescente.Me siento satisfecha, en formar alumnos que confíen en sus propios recursos y sientan plena confianza que serán útiles en el grupo social del que forman parte. Me es grato, encontrarme con ex-alumnos exitosos; y me aflige cuando observo que algunos alumnos no se comprometen al 100%; pero más, cuando alguno de ellos abandona sus estudios por razones económicas, por cambios de residencia –padres migratorios- o que pierden el rumbo de su vida con facilidad. Creo que siempre hay una solución a cualquier problema, solo hay que identificarlo, afrontarlo con juicio y tiempo.Creo que la tarea del docente no termina con la clase del día, sino que va más allá, involucrando a los padres de familia y a la comunidad escolar en general. La necesidad de actualizarnos debe ser permanente, y sentir pasión y compromiso por lo que haces y enseñas.
Ser maestro, tiene un gran significado, es lo más maravilloso que me ha sucedido, aún cuando nunca lo hubiera pensado, pero basta con experimentarlo para darse cuenta de lo grandiosos que es trabajar con adolescentes, dar algo de sí mismo para crecer día a día e innovar sus propias vidas, vía el conocimiento y el contacto diario donde percibimos la esencia de ser educadores. Y ahora con ese inmenso arsenal tecnológico que nos facilita a todos el trabajo académico, haciéndolo más atractivo y funcional para desarrollar competencias en cualquier lugar del mundo.
El ser docente ha transformado mi vida, la integración de voluntades de toda una comunidad escolar apoyada en sus principios fundamentales, dando cabida a la libertad de cátedra, basada en el libre pensamiento destinado a la comprensión y entendimiento de la realidad, de la naturaleza propia del hombre, de la sociedad y de las relaciones entre éstos. Instituyendo esa libertad como la libre discusión de las ideas y no el libertinaje académico o la actuación por capricho y a discreción de los miembros de su comunidad ha sido fundamental. No me gusta hablar mucho de mí, pero ahora se hace necesario, la localidad en donde trabajo reconoce mi trabajo, me respetan, me quieren y algunos me admiran y eso para mí cuenta más que cualquier otra cosa, mis ex alumnos ahora profesionistas siempre me saludan con gran gusto, me buscan para informarme que ya han terminado y que le sirvió mucho lo que les enseñe y la emoción es muy grande y eso me motiva para que trabaje con mayor empeño con mis actuales alumnos, motivándoles y ejemplicando a mis anteriores alumnos para que sigan sus pasos.
En los veinticinco que tengo trabajando en esta institución, siento que he adquirido nuevas herramientas para desempeñar mi quehacer docente, ya que la diversidad de alumnado con la que contamos requiere de la actualización educativa continua, también he aprendido de mis aciertos y sobre todo de mis errores.Hoy, reflexionando sobre el tema Mi Confrontación con la Docencia, me asombra descubrir lo que puedo lograr en el salón de clases: transformar la conducta, las acciones y perspectivas de un adolescente.Me siento satisfecha, en formar alumnos que confíen en sus propios recursos y sientan plena confianza que serán útiles en el grupo social del que forman parte. Me es grato, encontrarme con ex-alumnos exitosos; y me aflige cuando observo que algunos alumnos no se comprometen al 100%; pero más, cuando alguno de ellos abandona sus estudios por razones económicas, por cambios de residencia –padres migratorios- o que pierden el rumbo de su vida con facilidad. Creo que siempre hay una solución a cualquier problema, solo hay que identificarlo, afrontarlo con juicio y tiempo.Creo que la tarea del docente no termina con la clase del día, sino que va más allá, involucrando a los padres de familia y a la comunidad escolar en general. La necesidad de actualizarnos debe ser permanente, y sentir pasión y compromiso por lo que haces y enseñas.
Ser maestro, tiene un gran significado, es lo más maravilloso que me ha sucedido, aún cuando nunca lo hubiera pensado, pero basta con experimentarlo para darse cuenta de lo grandiosos que es trabajar con adolescentes, dar algo de sí mismo para crecer día a día e innovar sus propias vidas, vía el conocimiento y el contacto diario donde percibimos la esencia de ser educadores. Y ahora con ese inmenso arsenal tecnológico que nos facilita a todos el trabajo académico, haciéndolo más atractivo y funcional para desarrollar competencias en cualquier lugar del mundo.